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En el deporte, pocas cosas son tan evidentes como el paso del tiempo. La vida se va, y el deporte nos lo recuerda a cada instante. El fenómeno es visible de múltiples formas, desde la más sencilla, representada en un reloj que corre en cuenta regresiva, sin mayor destino que un final, hasta la más compleja, como el retrato de un jugador al que ves debutar y retirarse, como si el tiempo fuera eso, un abrir y cerrar de ojos.
Como es normal, cada temporada baja los retiros se acumulan. Aunque a menudo las noticias de carreras que se apagan parecen hechos aislados, hay ocasiones en que los destinos se encuentran, y forman parte de un todo. No ocurre siempre, sólo en los tiempos que siguen después de los equipos de época, y cada adiós de los jugadores que hicieron posible esa historia es como una luz que se apaga, hasta que ya no queda nada.
Los Adioses
Algo parecido pasa con los retiros de los últimos Patriotas. Las recientes despedidas de jugadores como Jason McCourty, Rob Gronkowski, Danny Amendola, James White y antes Julian Edelman o Patrick Chung llevan su mensaje oculto: nos estamos haciendo viejos, pero también revelan que los tiempos pasan y que aquellos Patriots que dominaron el mundo ya son parte de un recuerdo, acaso el mejor homenaje que se le puede hacer a un equipo. Tom Brady y Bill Belichick serán los últimos adioses, y entonces sí, será el final de una época dorada en la NFL.
Aunque las grandes dinastías suelen tener más detractores que seguidores, por obvias razones, claro está, no deja de ser una suerte presenciarlas. No es fácil aceptarlo, pero cuando uno termina cediendo ante el asombro el mundo se ve distinto, es decir, se disfruta más. El dominio de Nueva Inglaterra se extendió por dos décadas en las que el único común denominador fue la mancuerna conformada por Brady y Belichick como la respuesta a todos los males. Mariscal de campo y entrenador en jefe vieron pasar dos generaciones ganadoras, una en cada una de las décadas.
El Poder de Resurgir
Cuando el mundo pensaba que la dinastía de los Patriots terminaría con la dolorosa derrota ante los Giants en el 2007, después de haber puesto en las vitrinas sus primeros tres Vince Lombardis, Nueva Inglaterra necesitó siete temporadas para resurgir. Antes del campeonato en el 2015 ante los Seahawks, ya había dado muestras de vida en el 2011 al medirse otra vez con los Giants en el Super Bowl XLVI, pero hay equipos imposibles. Después de eso el equipo repitió la historia con tres nuevos anillos, como si la calca fuera una cosa sencilla.
Si la primera gran etapa tuvo sus héroes en Tom Brady, Antowain Smith, Troy Brown, Corey Dillon, David Givens, Adam Vinatieri y Ty Law, la segunda no escatimó en protagonismo. Los Patriots se reinventaron gracias a la figura de jugadores que no tuvieron dudas de repetir una historia. Cada uno de los que ahora ya no están tienen su parte de gloria y al menos una secuencia legendaria.
Como olvidar las recepciones de Rob Gronkowski, el ala cerrada que se entendía con su mariscal de campo, con apenas mirarse, o esa capacidad de Danny Amendola de aparecer libre en el momento más importante de todos. Cada que alguien lea el nombre de James White será imposible no recordar esa actuación en el Super Bowl LI, cuando con su fe alcanzó para firmar la más grande remontada en la historia, o Julian Edelman, y esos reflejos, como metáfora de lo imposible, o Jason McCourty, y esa defensa milagrosa al fondo de las diagonales para quitarle el touchdown a Brandin Cooks y los Rams.