La Generación 2019 De Receptores Conquista La NFL

A pesar de que la NFL se empeña en darle cierta lógica mediante proyecciones y combines, lo cierto es que el Draft siempre estará compuesto por una especie de azar, como si una ruleta rusa deparara la fortuna de las franquicias que eligen.

Si uno hace el ejercicio de revisar años después las selecciones que se hacen en cada edición, se dará cuenta que de todo lo que ocurre durante esos tres frenéticos días nada está garantizado.

Uno de los Drafts que más llama la atención en los últimos años es la edición 2019, sobre todo en el tema de los receptores con figuras como Deebo Samuel, AJ Brown, DK Metcalf, Diontae Johnson, Terry McLaurin y Hunter Renfrow.

Aunque muchos hablan del 2021 como una de las generaciones con más talento en la posición, con nombres como Ja’Marr Chase, Jaylen Waddle y Davonta Smith, el impacto que han tenido al menos seis de las alas abiertas seleccionadas en el 2019 la convierten una de las clases más rentables de los últimos años. En términos de suerte, el lote de billetes de lotería tenía más de un número ganador.

LA RULETA RUSA

En la NFL en español, los grandes contratos se suelen dar en la medida en que un jugador sea capaz de generar un impacto en la ofensiva. La capacidad de cambiar el rumbo del juego; son los famosos playmakers. En un mercado especialmente benévolo para los receptores, de los 10 mejores pagados cuatro llegaron a la liga en ese Draft de 2019.

En una muestra de lo caprichoso que es el destino, ni Marquise Brown ni N’Keal Harry, los dos primeros en ser seleccionados, figuran entre lo destacado. A pesar del apodo de “Hollywood”, la irregularidad de Brown es todo menos un espectáculo, y de Harry es difícil escribir alguna cualidad. En la ruleta rusa, Ravens y Patriots sacaron la peor parte.

Una vez superado el timo de aquello que brilla, pero no es oro, el Draft del 2019 ofreció sus verdaderas joyas en las rondas alta. Deebo Samuel fue el primero en salir, con la selección 32, rumbo a los 49ers. El receptor tardó en encontrar su identidad, pero una vez que lo hizo dio muestras de súper estrella.

Ningún jugador impacta tanto la ofensiva de San Francisco como Deebo, quien finalmente obtuvo el contrato que buscaba, con un salario estimado de casi 24 millones de dólares anuales. En tres campañas acumula 3,148 yardas totales y 21 touchdowns. Lejos de los números, sin embargo, a Deebo se le paga por lo que podría hacer, no por lo que ha hecho.

Con la selección 51, los Titans seleccionaron a AJ Brown. A pesar de que algunos lo proyectaban como uno de los mejores prospectos de su generación, el receptor tardó en salir. Después de tres temporadas en Tennessee, en las que sumó 2,995 yardas y 24 touchdowns, buscará suerte en Filadelfia, franquicia que le pagó un contrato de 25 millones por temporada.

CAÍDA LIBRE

Después de que en la pizarra se anunciaron los nombres de Mecole Hardman, Arceaga-Whiteside, Parris Campbell y Andy Isabella, finalmente salió la figura de DK Metcalf, un portento físico cuyo único pecado fue no tener un buen Combine.

Los malos presagios llevaron al receptor hasta la selección 64, hasta que los Seahawks de Pete Carroll consideraron un buen negocio llevarse a un receptor potencial primera ronda en el último pick de la segunda. Conscientes de que pocas cosas podían salir mal, en Seattle advirtieron el negociazo, y no se equivocaron, Metcalf pronto marcó condiciones.

En tres temporadas ya acumula 3,170 yardas y 29 touchdowns. En una franquicia sin quarterback la única certeza es la de tener un receptor top, así que aseguraron su permanencia con un contrato de 24 millones por campaña.

Apenas por debajo de Metcalf, en el pick 66, llegó Diontae Johnson a los Pittsburgh Steelers. Especialista en correr sus rutas, el receptor pronto se ganó la confianza de Ben Roethlisberger y de no ser por algunos problemas para asegurar el ovoide probablemente se habría considerado como uno de los mejores de su generación. Aún así, el impacto que logró en la ofensiva de los Acereros fue suficiente para colocarse como uno de los pilares. En tiempos de renovación, la directiva le ofreció un contrato de 36.7 millones de dólares por dos temporadas, es decir, un promedio de 18.3 anuales. Sus 2,764 yardas y sus 20 touchdowns fueron bien recompensados.

UNAS GANGAS

En una de las grandes gangas de aquel Draft está Terry McLaurin, en la selección 76. La llegada del receptor al entonces Washington Football Team son aquellas que se marcan como un regalo de los dioses. En una inversión de tercera ronda, Washington aseguró un jugador que ha superado las mil yardas en dos de sus tres temporadas y ha anotado 16 touchdowns, a pesar de la ausencia de un quarterback confiable. Conscientes de la joya que tienen, los Commanders ya aseguraron la continuidad de Terry, con un contrato de tres años y 69 millones; es decir, 23 mdd por temporada.

En la quinta ronda, con la selección 149, los Raiders se hicieron de los servicios nada menos que de Hunter Renfrow, su mejor receptor durante las últimas tres campañas. Con talento que ya quisieran Ravens y Patriots, el maloso registra 2,299 yardas y 15 touchdowns. En esa ronda, sólo Darius Slayton se le acerca, con 13 touchdowns y 1,830 yardas, números muy rentables si se considera que el receptor llegó a los Giants en la selección 171.