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Los 3 Pecados Capitales De Los Broncos En El Matrimonio Russell Wilson – Nathaniel Hackett

Nathaniel Hackett fue despedido porque los Broncos apresuraron sus expectativas en el 2022.

Un día de estos estaba viendo un documental sobre apuestas deportivas y uno de los apostadores compulsivos dio un pedazo de sabiduría que la verdad, nunca esperé de él.

Dijo: “Todo en esta vida es una apuesta y no debería hacernos menos, solo porque nosotros lo identificamos y el resto del planeta no”.

 Y sí, tiene razón. Todo es una apuesta. Desde el equipo que eliges de niño, la carrera de la universidad que tomas, hasta la espos@ que eliges. Todo es una apuesta, pues, nadie conoce el futuro y eso lo hace divertido y arriesgado.

Cuando los Denver Broncos apostaron por Nathaniel Hackett como su nuevo head coach, se jugaron no solo una, sino una doble apuesta. En ellas cometieron 3 pecados capitales que acabaron hundiendo al head coach en su primer año.

Primer Pecado: Improvisación

Muchos lo saben porque lo he dicho hasta la saciedad en los Podcasts de NFL Latino, pero para aquellos que -erróneamente- no se han suscrito, lo repetiré.

La llegada de Nathaniel Hackett tenía un objetivo principal: motivar a Aaron Rodgers a llegar a los Broncos.

Hoy suena inconcebible pensar que una figura tan golpeada como Hackett pudiese tener algún peso en la decisión de Rodgers de salir de Green Bay, pero después de la eliminación de los Packers a manos de San Francisco en los playoffs 2021, la salida el mariscal de campo sonaba con estruendos de temblor en Title Town.

El plan de Denver era tan sencillo como agresivo, pero debían moverse muy rápido para ejecutarlo. Los Packers cayeron eliminados el 22 de enero del 2022 en una fría tarde de Lambeau Field y 5 días después Hackett estaba siendo presentado como nuevo head coach de los Broncos.

Fue tan vertiginoso el movimiento que los Broncos evitaron que Hackett sostuviera una reunión con los Jacksonville Jaguars para no perder el que ellos pensaban era su pez gordo y el primer cimiento de su gran plan.

Abajo un video de Rodgers explicando su admiración por Nathaniel Hackett mientras era el coordinador ofensivo de los Packers. El plan de Denver no era descabellado.

El problema es que en el momento en que Denver aceleró la marcha de manera vertiginosa para ejecutar su plan, nunca bajaron las revoluciones y eso acabó con más pecados -capitales- qué aciertos. Y quiero que mantengan esa idea para más adelante.

Poco más de un mes después de la firma de Hackett en Denver, Aaron Rodgers, específicamente el 8 de marzo, acabó con todas las especulaciones de su futuro al afirmar que se quedaría en Green Bay por 3 años más.

Esa noticia aniquiló todo el plan de los Broncos, como cuando tenías fraguada una salida con una chica el fin de semana, solo para darte cuenta de que regresó con su tóxico ex un día antes. Nunca recibes ese tipo de noticias con buen ánimo.

A partir de ese momento empiezan los errores de Denver uno tras otro y por ende su primer pecado capital: la improvisación.

Al ver que la idea de Rodgers había fracasado, el aún gerente general de los Broncos, George Paton, buscó la siguiente mejor opción: Russell Wilson.

Wilson no lucía como una mala alternativa bajo ningún argumento, pero quien haya dicho desde Denver que era su primera opción mentía a todas luces. Nunca lo fue.

La manera acelerada en que los Broncos saltaron de la idea Rodgers a la idea Wilson evitó que el equipo lo evaluara de manera correcta. Después de todo, ¿cuánta diferencia había entre Rodgers y Wilson en Febrero?

Ambos han sido campeones del Super Bowl en una ocasión y si quiero hilar delgado, Russell ha estado más cerca de un segundo anillo que Aaron; a una yarda, para ser específicos.

Pero el 2021 nos había avisado a pesar de que no lo quisimos ver. Wilson registró la menor cantidad de yardas con Seattle en toda su carrera, además de la menor cantidad de TDs y un QBR de 54.7, también el menor de toda su carrera.

Denver no tenía tiempo para ponerle atención a estos números o lo que mostraba el video de Wilson. George Paton necesitaba un mariscal de campo de renombre que amortiguara las críticas de su fallido plan inicial e hiciera borrar el hecho de que los Broncos tenían 6 temporadas sin llegar a playoffs, dando pena al mismo tiempo en su selección de mariscales de campo.

Quiérase o no, improvisado y todo, el nombre de Russell Wilson lograba ese objetivo y permitía a Paton vivir tranquilo en su puesto unos meses más.

A su vez, los Broncos estaban en medio de una venta que no solo era inevitable, sino que el régimen pasado, debía maximizar en cantidad de dólares. No es lo mismo vender una franquicia por su historia, que hacerlo por su historia y futuro.

Con la llegada de Wilson el futuro era emocionante y la venta podía ser más jugosa. De ahí lo imperioso de moverse rápido y hacer un cambio por la segunda mejor opción, es decir Russell Wilson.

Segundo Pecado: Irresponsable Compromiso

El futuro lucía emocionante… me agarro de esa frase, pues, ahora luce completamente lo opuesto. Sin embargo, en marzo los Broncos estaban en boca de todos.

La vertiginosa firma de Nathaniel Hackett fue el camino a seguir de Denver y George Paton en el resto de la temporada baja.

Cuando Wilson llegó a los Broncos arribó con 2 años restantes en su anterior contrato con Seattle. Es decir, en el 2023 Wilson no iba para ningún lado, aunque quisiera. Tendría que hacer otro alboroto pasivo agresivo como el que había hecho en Seattle.

Y de acuerdo con la personalidad de los que están cercanos a Wilson, el QB se sintió extraño haciéndole drama a los Seahawks, por lo que hacerlo en temporadas consecutivas con Denver lucía muy improbable.

Expongo este punto para decir que los Denver Broncos no estaban bajo ningún argumento en la responsabilidad o necesidad de darle un nuevo contrato a Russell Wilson. Denver podía ver lo que Wilson traía en su arsenal y partir desde ese punto. No había necesidad imperiosa de moverse rápidamente en darle un compromiso a futuro.

Esa falta de tacto de entender el momento embarcó a los Broncos a cometer su segundo pecado capital y tal vez el más costoso de todos.

El 1ero de septiembre del 2022, sin siquiera jugar un solo snap real con la camiseta de los Denver Broncos, el equipo anunció que firmó a su nuevo flamante QB a una extensión de contrato por 5 años a cambio de $245 Millones.

Ese nuevo contrato de Russell Wilson hoy luce como una de esas terribles ideas que se te vienen a la cabeza a las 3 de la mañana en un fin de semana de copas. Esas malas idea traen consigo una resaca insoportable, con cuestionamientos sobre la moral y el futuro.

Esa resaca para los Broncos trae no solo los mismos sentimientos, sino la consecuencia tangible de que puede hundir el futuro próximo de la franquicia si no se encuentra una solución creativa a base de números y algo de suerte.

Si Denver decidiera hacer la de los Eagles y limpiar el error con un corte de raíz como cuando enviaron a Carson Wentz a los Colts, un par de años después de darle un nuevo contrato, el costo sería $107 Millones en dinero muerto en el 2023, un número que hace simplemente imposible cortar a Wilson bajo cualquier argumento.

Para ponerlo en comparación, los Raiders negociaron un nuevo contrato con el QB Derek Carr en abril. Por la manera en que está estructurado ese contrato, Las Vegas pagaría poco menos de $6 Millones por cortar a Carr; $101 Millones menos que Denver con Wilson.

Para peores el golpe en el tope salarial en el 2024, si bien es menor, también es un gancho al hígado con la fuerza de Mike Tyson en su prime, pues el mismo movimiento un año después le costaría a los Broncos $85 Millones contra el tope salarial.

En pocas palabras, los Broncos están atados a Russell Wilson hasta la temporada 2025. No hay nada que hacer.

Lo más doloroso para los aficionados que han visto a este equipo ser de los peores en el 2022 es que todo esto era absolutamente evitable, especialmente si se tomaban decisiones con la cabeza y no con la emoción al tope con la que llegó George Paton a la mesa de negociación.

russell wilson nathaniel hackett blanco y negro.

Tercer Pecado: Regalar la lucha de poder

El último pecado capital de los Broncos es menos crítico, pero fue la última pieza que acabó derribando el castillo de naipes construido en la mentira de que Denver estaba para ganar la AFC Oeste en el 2022.

Verán, en las Predicciones del año de NFL Latino yo dejé a los Broncos fuera de playoffs por la simple razón de que existe un engaño masivo que dicta que un QB salta de un equipo al otro y todo inmediatamente marcha de maravilla.

Muchos no recuerdan que los mismos Broncos tuvieron que simplificarle el libro de jugadas a Peyton Manning en su primer año tras llegar de Indianapolis. O tal vez olvidaron lo mal que se vio Tom Brady tratando de aprender el plan de juego de los Buccaneers en los primeros 3 meses del 2020. O tal vez que Matthew Stafford lideró a la NFL en intercepciones en el 2021 en su primer año en la ofensiva de Sean McVay.

Que Brady y Stafford ganaran el Super Bowl porque encontraron una solución tarde en el año, con algo de suerte por momentos, engañó a todos, y de ahí que la mayoría de “expertos” pusieran a Denver llegando a postemporada y algunos más atrevidos, ganando el Super Bowl.

Pero el tercer Pecado Capital de los Broncos va más allá de un QB con altas expectativas aprendiendo un nuevo libro de jugadas, si no, va más atado al absoluto regalo de poder que le hizo Denver a Wilson.

Cuando expliqué por qué Russell Wilson y los Seahawks llegaron al divorcio el punto principal estaba atado a como el Wilson y el head coach Pete Carroll veían el valor del QB de manera distinta.

Wilson quería ser un ícono en la NFL, nombrado en el mismo reglón de Peyton Manning, Tom Brady, Patrick Mahomes y Aaron Rodgers. Russell sabía que eso nunca lo iba a lograr en Seattle, pues, Carroll basaba su ofensiva en ideas de la vieja escuela y nunca en el slogan de “Let Russ Cook” o el “Deja a Russ cocinar” en alusión al mariscal de campo siendo la razón del éxito ofensivo.

Naturalmente, los Broncos ante la desesperación por un QB élite, llegaron hasta el punto de regalarle las llaves del castillo a Wilson y por ende todo el poder de lo que sería la nueva ofensiva naranja.

Denver se vendió como la antítesis de Seattle y Carroll. Ellos sí estaban dispuestos a dejar cocinar a Wilson y su head coach completamente novato, no tenía ni la mínima intención de poner condiciones.

Tal responsabilidad en las manos de Wilson y el consentimiento sin oposición de Hackett dieron al traste a una de las ofensivas más ineptas que hemos visto en los últimos tiempos.

  • Los Broncos promedian 15.5 puntos por partidos (ÚLTIMOS en la NFL). Es el peor número desde 1971 (14.5 PPG).
  • Los Broncos han permitido 57 capturas este año (ÚLTIMOS en la NFL).
  • Los Broncos convierten solo el 28.6% en 3er down (ÚLTIMOS en la NFL).
  • Los Broncos son el equipo MÁS PENALIZADO en la NFL con 107 faltas en 15 partidos.

Denver decidió no evaluar a Wilson, como lo mencioné en el segundo pecado capital y lo dejó implementar una ofensiva de escopeta de pases rápidos, muy a lo Tom Brady.

Wilson nunca había corrido tal ofensiva, ya que, su mayor éxito en la NFL había llegado de la mano del play-action, con balones muy largos para alas abiertas más explosivas.

Russell quería una nueva ofensiva que lo pusiera en la conversación de los QBs más inteligentes y respetados en la NFL, eso más un entrenador que nunca supo decir que no, derivó en el desastre de Mile High.

Tres Pecados Capitales hundieron a los Broncos. Tres Pecados Capitales que tienen como común denominador la improvisación, la toma de decisiones apresurada y el no saber decir que no.

Written By

Enero del 2014, Denver, estadio Mile High. Recién corrieron unos minutos tras la clasificación los Broncos al Super Bowl 48, perdido en el estadio -algo que me pasa a menudo- me encontré en un pasillo aislado frente a frente con una leyenda viviente de la liga. 'Buen juego', le dije sin pensar mucho, 'Gracias' respondió el 18 mientras extendió su mano para saludarme. Una gran anécdota, pero de inmediato entendí que la suerte estaba echada para los Broncos. Acabé con la suerte del gran Peyton Manning.

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